lunes, 27 de diciembre de 2010

- No sé exactamente como definirlo, la verdad. No sé si es su manera de mirarme, la forma de sus labios, la profundidad de sus ojos, su sonrisa, sus manos, su cuerpo, o su pasión, su simpatía, su risa, su pensamiento, su forma de hacer las cosas... Pero es lo que quiero.

- He aquí la pregunta importante: ¿Estás lista?

- ¿Lista para qué?

- No estás lista.

- ¿Para qué cojones tengo que estar lista? Déja de marearme.

- Lo sabrás en su momento. Cuando llega, lo notas.

- Pero... Yo lo necesito. Es esperanza.

- ¿Esperanza? ¿En qué?

- En no volver a defraudarme.

- ¿Lo necesitas por tí?

- Es egoísta, pero es bueno para ambos.

- Explícate.

- Yo necesito saber si me cansaré.

- Entonces, no es bueno para ambos. Si te cansas, él sale perjudicado.

- Entonces, no era el elegido.

- Pero haces daño... ¿Nunca te paras a pensar eso?


- ¿Nunca? Estoy hasta los cojones de pensar en la gente. Quiero ser egoísta una vez. Quiero hacer algo por mí, al menos una vez en mi vida. No vengas a joderme ahora con esas.


- Tengo poco que decirte entonces, parece que ya has tomado la decisión.

- Más o menos. ¿Quieres saber como? 


- Soy tú, imbécil. ¿Qué me vas a contar nuevo, que ya no sepa?

- Buena respuesta. ¿Cómo sería? 

- Te acabo de decir que ya lo sé, y tú también, ya que somos la misma persona, pero distinto pensamiento.


-Por eso quiero saberlo.

- Lo único que tiene en común conmigo, es que ruge...

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