miércoles, 25 de mayo de 2011

Existen tres tipos de personas: las enamoradas, las que añoran estarlo y las rebeldes

Ella era una rebelde, enfadada con la sociedad desde hace tiempo. Añoraba encontrar su media naranja pero aún así le temía al amor. Temía depender de alguien hasta el punto de necesitarle día a día, depender del olor de su pelo, del roce de sus labios en los suyos y de esas situaciones idílicas, interminables.
         Pretendía comerse el mundo, correr como nadie y no esperar que se dieran las situaciones. A ella le gustaba provocarlas. Quería buscar lo que dicen que llega solo, transformar su vida y sobre todo matar la monotonía, como quién tira a un juguete con el que ha disfrutado durante toda su infancia.
         Iba a cumplir todos sus sueños, ni siquiera lo dudaba. Y lo más importante, nada le parecía demasiado. Se sobrevaloraba. 
         Porque a veces el peso de toda la mierda acumulada se le venía encima y la incertidumbre la acechaba al no saber escoger el camino correcto. Pero a fin de cuentas, sabía que todo lo que había hecho era lo correcto y que nunca daría un paso atrás en sus decisiones tomadas.

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