sábado, 8 de enero de 2011

Reyes Magos

Cuando el Niño Jesús nació, tres Reyes que venían de Oriente guiados por una gran estrella se acercaron al Portal para adorarle. Le llevaron regalos en prueba de amor y respeto, y el Niño se puso tan contento y parecía tan feliz que el más anciano de los Reyes, Melchor, dijo:
  - ¡Es maravilloso ver tan feliz a un niño! Deberíamos llevar regalos a todos los niños del mundo y ver lo felices que serían.
  - ¡ Oh, sí ! -exclamó Gaspar-. Es una buena idea, pero es muy  difícil de hacer. No seremos capaces de poder llevar regalos a tantos millones de niños como hay en el mundo.
Baltasar, el tercero de los Reyes, que estaba escuchando a sus dos compañeros con cara de alegría, comentó:
   - Es verdad que sería fantástico, pero Gaspar tiene razón y, aunque somos magos, ya somos ancianos y nos resultaría muy difícil poder recorrer el mundo entero entregando regalos a todos los niños. Pero sería tan bonito.
Los tres Reyes se pusieron muy tristes al pensar que no podrían realizar su deseo. Y el Niño Jesús, que desde su pobre cunita parecía escucharles muy atento, sonrió y la voz de Dios se escuchó en el Portal:
   - Sois muy buenos, queridos Reyes Magos, y os agradezco vuestros regalos. Voy a ayudaros a realizar vuestro hermoso deseo. Decidme:
   - ¿Qué necesitáis para  poder llevar regalos a todos los niños?
Los tres Reyes postrándose de rodillas, dijeron:
   - ¡Oh, Señor!,  Necesitaríamos millones y millones de pajes, casi uno para cada niño que pudieran llevar al mismo tiempo a cada casa nuestros regalos, pero no podemos tener tantos pajes., no existen tantos.
   - No os preocupéis por eso -dijo Dios-. Yo os voy a dar, no uno sino dos pajes para cada niño que hay en el mundo.
   - ¡Sería fantástico! Pero, ¿cómo es posible?  -dijeron a la vez los tres Reyes Magos con cara de sorpresa y admiración.
   - Decidme, ¿no es verdad que los pajes que os gustaría tener deben  querer mucho a los niños - preguntó Dios.
   - Sí, claro, eso es fundamental  - asistieron los tres Reyes.
   - Y, ¿verdad que esos pajes deberían conocer muy bien los deseos de los niños?
   - Sí, sí. Eso es lo que  exigiríamos a un paje   -respondieron los tres cada vez más entusiasmados.
   - Pues decidme, queridos Reyes: ¿hay alguien que quiera más a los niños y los conozca mejor que sus propios padres?
   Los tres Reyes se miraron asintiendo y empezando a comprender lo que Dios estaba planeando, cuando la voz de nuevo se volvió a oír:
   - Puesto que así lo habéis querido y para que en nombre de los Tres Reyes Magos de Oriente todos los niños del mundo reciban algunos regalos, YO, ordeno que en Navidad, conmemorando estos momentos, todos los padres se conviertan en vuestros pajes, y que en vuestro nombre, y de vuestra parte regalen a sus hijos los regalos que deseen.


Por cierto, echa de tu casa a ese barbudo y gordo impostor de rojo ¡¡¡es un invento de la Cocacola!!!

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