martes, 6 de marzo de 2012

Se te está viendo la otra.        
Se parece a ti: 
los pasos, el mismo ceño, 
los mismos tacones altos        
todos manchados de estrellas. 
Cuando vayáis por la calle 
juntas, las dos,        
¡qué difícil el saber 
quién eres, quién no eres tú! 
Tan iguales ya, que sea        
imposible vivir más 
así, siendo tan iguales. 
Y como tú eres la frágil,        
la apenas siendo, tiernísima, 
tú tienes que ser la muerta. 
Tú dejarás que te mate,        
que siga viviendo ella, 
embustera, falsa tú, 
pero tan igual a ti        
que nadie se acordará 
sino yo de los que eras. 
Y vendrá un día        
-porque vendrá, sí, vendrá- 
en que al mirarme a los ojos 
tú veas        
que pienso en ella y la quiero: 
tú veas que no eres tú.



Pedro Salinas: La voz a ti debida

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